Los 10 mejores restaurantes del Centro Histórico CDMX
- Ian Poot Franco
- hace 4 días
- 6 Min. de lectura
El Centro Histórico de la Ciudad de México es mucho más que un punto en el mapa: es el corazón que ha marcado el pulso del país por más de siete siglos. Desde los días gloriosos de la antigua Tenochtitlán, esta zona ha sido la capital espiritual, política y gastronómica de México. Sin embargo, con el paso del tiempo, ha tenido que competir con otros corazones urbanos como la Condesa, Coyoacán o Polanco —barrios que se han llevado reflectores, turistas y paladares—.
A veces, el Centro ha sido injustamente dejado de lado. Su acceso en automóvil puede ser complicado, entre el tráfico, la falta de estacionamiento o las marchas que, día a día, cruzan sus avenidas. Muchos optan por no aventurarse a sus calles si no pueden llegar en coche, aunque paradójicamente, la mejor forma de descubrirlo sea a pie, en transporte público o en metro. Hubo años en los que incluso parecía un barrio olvidado, casi dormido bajo su propio esplendor, pero hoy vive un renacimiento vibrante, lleno de vida, cultura y sabor.
Después de la pandemia, muchos de sus templos gastronómicos cerraron sus puertas, dejando un hueco en la memoria gustativa de los capitalinos. Lugares como Hostería Santo Domingo, donde se servía uno de los mejores chiles en nogada de la ciudad, o Casa Rosalía, famosa por su paella y por aquellas anécdotas legendarias —como cuando mis padres compartieron mesa con Juan Gabriel hace décadas—.
Aun así, entre calles empedradas, portales coloniales y terrazas con vistas que quitan el aliento, el Centro Histórico sigue ofreciendo algunos de los restaurantes más auténticos, elegantes y entrañables de México. Este es un homenaje a esos espacios que mantienen viva la historia… desde la mesa.
Templo Mezcalería
El nuevo culto prehispánico del buen beber
Donceles 88
Entra por una puerta discreta y encontrarás un santuario sensorial: Templo Mezcalería es un viaje ancestral donde el mezcal, el humo y los insectos comestibles se transforman en experiencia mística. La barra parece un altar y cada trago, una invocación. Aquí no se bebe: se honra.
Insider tip: prueba el "Tonatiuh" con mezcal espadin con jugo natural de cítricos e infusión de albahaca y escucha cómo el bartender te cuenta su historia como si te revelara un secreto de dioses antiguos.
Café de Tacuba
El clásico que nunca se apaga
Tacuba 28
Fundado en 1912, el Café de Tacuba es más que un restaurante: es una cápsula del tiempo. Sus vitrales, sus paredes y su servicio tienen el aire de un México que aún creía en la elegancia como norma.Aquí desayunar un chocolate con pan o un mole con pollo es rendir tributo a una época en la que la comida era ceremonia.
Para los nostálgicos: es casi obligatorio dejarse acompañar por el sonido de un trío y dejar que la historia haga lo suyo. Recomiendo las Enchiladas Especiales Tacuba.
El Cardenal
Alta tradición mexicana con alma de familia
Palma 23 | Av. Juárez 70| Tacuba 49
Desde 1969, El Cardenal es sinónimo de cocina mexicana impecable. El servicio es de otro tiempo y los platillos, de otra liga. La nata con miel, el pan caliente y los chiles rellenos son una experiencia casi espiritual, de esas que te reconcilian con la tradición.
El Centro Histórico tiene el privilegio de contar con tres de sus casas: una en la calle de Palma, otra frente a la Alameda Central, y una más en la histórica calle de Tacuba, cada una con el mismo sello de excelencia y hospitalidad.
Imperdible: el chile en nogada de temporada. Un clásico que reafirma que, en México, el lujo también puede servirse en cazuela de barro.
El Balcón del Zócalo
Comer frente a la historia
5 de Mayo 61 (Hotel Zócalo Central)
Comer mientras el Zócalo vibra bajo tus pies es un lujo que pocos restaurantes ofrecen. El Balcón del Zócalo tiene una de las vistas más privilegiadas de la ciudad: la Catedral, el Palacio Nacional y el bullicio de la historia enmarcan una carta que combina cocina mexicana contemporánea con técnica, pasión y estilo.
Hay que decirlo: comer en el Zócalo sin caer en lugares fraudulentos o “engañaturistas” es todo un reto. En los últimos años han proliferado terrazas con precios inflados y experiencias decepcionantes que viven más del selfie que del sabor. Por eso, este restaurante destaca: honesto, refinado y libre de esas prácticas. Aquí, la calidad y el servicio son tan imponentes como la vista.
Recomendación: reserva al atardecer, pide un vino blanco y deja que la ciudad haga el resto.
Azul Histórico
Donde la historia y el sabor florecen bajo los árboles
Isabel la Católica 30
Bajo un patio majestuoso cubierto por árboles centenarios y luces suspendidas como luciérnagas, Azul Histórico es más que un restaurante: es una experiencia sensorial en el corazón del Palacio de los Condes de Miravalle, una joya arquitectónica del siglo XVII.
Este edificio tiene una historia fascinante que se remonta a Isabel Moctezuma Tecuichpo Ixcaxochitzin, hija del emperador Moctezuma II y una de las figuras más singulares del mestizaje novohispano. Casada con un noble español, su linaje dio origen a los Condes de Miravalle, una familia que simboliza la unión de dos mundos: el mexica y el europeo. Comer aquí es, en cierta forma, hacerlo en la casa de una descendiente directa de Tenochtitlán.
El chef Ricardo Muñoz Zurita honra esa herencia con una cocina mexicana profunda, donde los sabores ancestrales dialogan con la técnica contemporánea. Sus moles, escamoles y tacos de pato confitado son un homenaje a la raíz indígena y a la sofisticación virreinal. Todo sucede bajo ese árbol de la vida que es el patio central: un espacio que respira historia, elegancia y el México más auténtico.
Limosneros
El laboratorio del maíz y el humo
Allende 3
Dentro de una casona del siglo XVI se esconde Limosneros, un espacio donde la cocina mexicana se desarma y se reinventa. Aquí, el maíz, el cacao y los insectos son arte y técnica.El ambiente es íntimo, casi teatral, con iluminación tenue y texturas que recuerdan cuevas ceremoniales.
Recomendado: su menú degustación con maridaje de mezcales. Una experiencia que redefine la palabra “sofisticado”.
Mercaderes
Elegancia, cava y sabor en cada detalle
5 de Mayo 57
Mercaderes es el tipo de lugar que uno elige para hablar de negocios, cerrar tratos o simplemente disfrutar sin prisas. Su cocina mexicana contemporánea se marida con una de las mejores cavas del Centro Histórico.
Ambiente: elegante, sobrio, con el tipo de servicio que te hace sentir importante sin pretensión.
El Mayor
Comer entre ruinas, libros y cielo
República de Argentina 15
Justo detrás de la Librería Porrúa, frente al Templo Mayor
Pocas mesas en el mundo ofrecen lo que ofrece El Mayor: una vista directa a las ruinas del Templo Mayor y a la Catedral Metropolitana.Aquí el pasado y el presente se mezclan en cada bocado, en cada página de libro que se huele desde la librería contigua.
Lo ideal: pedir un ceviche y una copa de vino blanco al atardecer. Perfecto para recordar que esta ciudad se alimenta de historia.
Bar Opera
El lugar donde Pancho Villa dejó su firma (en plomo)
5 de Mayo 10
Entrar al Bar Opera es retroceder un siglo y toparte con la CDMX más canalla, elegante y decadente al mismo tiempo. Fundado en 1876, es uno de los bares más antiguos de la ciudad y, sin duda, el más legendario: en su techo aún puede verse el agujero del balazo que Pancho Villa disparó durante la Revolución, en una noche de excesos, música y bravura.El lugar conserva su espíritu afrancesado, con espejos antiguos, cortinas de terciopelo y una barra que ha visto pasar políticos, bohemios y fantasmas por igual.
Recomendación: pide un brandy o un gin tonic clásico, siéntate en la barra y escucha cómo la historia sigue viva entre los vasos.
10. Casino Español
Un palacio para los sentidos
Isabel la Católica 29
Enclavado en una de las construcciones más majestuosas del Centro Histórico, el Casino Español es un viaje al pasado y un homenaje al refinamiento. Fundado en 1863, este edificio de estilo neobarroco deslumbra con sus mármoles, vitrales, escalinatas y murales que narran siglos de historia compartida entre México y España.
Su restaurante, ubicado en el segundo piso, ofrece una de las cocinas ibéricas más sofisticadas de la ciudad: paellas servidas en su punto, fabadas que reconfortan el alma y jamón ibérico cortado al momento. Es el tipo de lugar donde el servicio aún tiene el ritmo de la elegancia y donde cada comida se siente como una celebración.
Comer aquí no es solo degustar, es pertenecer —por un momento— a una tradición que mezcla la historia, la arquitectura y el buen gusto de manera inolvidable.
